Desde que surgió el conflicto en el vitoriano barrio de Abetxuko por la llegada de unos nuevos vecimos ocupas, en este caso una familia compuesta por integrantes de dos clanes conocidos en Vitoria y Bilbao: Pitxis y Bartolos, las mobilizaciones, altercados y presencia mediática del tema en los mentideros de la ciudad ha sido evidente. Salva Arroyo, desde El Correo, me pidió unas reflexiones que se publicaron el día 31 de diciembre de 2016, en las mismas yo (intentando huir de extremos, tanto buenistas como catastrofistas) refería lo siguiente:
"El pueblo, ahora barrio, de Abetxuko ha sido desde sus
inicios (en los años sesenta recibe un importante contingente de migrantes del
resto de España) un barrio integrador, con una importante vida cultural. Tiene
además de un entorno natural definido por las riberas del rio Zadorra,
servicios de todo tipo, dos centros educativos, centro cívico, zonas deportivas y un
acceso en tranvía que lo hacen muy atractivo para residir.Tradicionalmente ha convivido en el barrio una significativa
comunidad gitana, con la que no han existido problemas de convivencia
destacables. Cuando desde determinadas organizaciones de la ciudad se acusa al
barrio de racismo o xenofobia, creo que no se está haciendo justicia para con
sus habitantes. Hace ya varios años, cuando preguntaba a un representante de
Gao Lacho Drom si ellos, desde su organización podrían comprometerse a
colaborar más en labores de mediación con la familia conocida como “los
Bartolos”, su respuesta fue esta: -“Nosotros trabajamos por la integración y
superación de conflictos con la población gitana. Esos Bartolos no son gitanos,
son delincuentes. Nosotros sólo trabajamos con gitanos”.- Esta respuesta
refleja muy bien el concepto que en la propia organización gitana tenía de esta
familia tan conocida, lamentablemente no para bien, en Vitoria-Gasteiz. Algo
muy similar ocurría en Ollerías, en Bilbao, con respecto a la familia “Pitxis”,
y es necesario recordar que quienes han destrozado el nombre y la imagen de esa
familia no es la comunidad paya sino ellos mismos. Ellos han sido sus peores
enemigos. La llegada de Pitxis y Bartolos no ha generado situaciones
de gran violencia, pero si que se han generado “pequeñas despacificaciones de
la vida social”. Así el robo de unos tomates o una barra de pan en el barrio genera una situación de
pre-alerta en el entorno en el que viven las citadas familias, estos hechos se
van comentando entre vecinos y, finalmente, se magnifica lo ocurrido
generándose una situación de miedo. Esto es lo que ha ocurrido en el barrio de
Abetxuko.
No comparto tampoco la idea del rechazo a la población
gitana por prejuicios o estereotipos contra ella de los vecinos del barrio.
Esta teoría choca frontalmente con la tradicional convivencia del mismo,
demostrada en la práctica diaria durante décadas. Es más, en mi opinión quienes
han desacreditado a estas dos familias han sido ciertos integrantes de ambos
clanes, quienes durante años han tenido un comportamiento antisocial evidente.
La oposición a tener entre el vecindario a Pitxis y Bartolos, no está
justificada en graves acciones delictivas actuales, pero sí que lo está en
pequeñas acciones de delincuencia acaecidas en el barrio, que yo denomino
“pequeñas despacificaciones de la vida social”. Frente a ellas los vecinos
crean las “patrullas vecinales”, reacción ésta comprensible frente a la
inseguridad, pero muy peligrosa en mi
opinión, basta con que a uno de sus miembros le dé por decir o cometer una
estupidez para que la actuación de la mencionada patrulla quede reflejada de
forma muy negativa en los anales de la ciudad. Este tipo de “somatenes” no han
sido siempre lo positivos que se publicita, baste repasar la hemeroteca. Después de analizados todos estos puntos, valoro de forma
positiva la petición de calma elevada por el propio alcalde de la ciudad. Tan
sólo desde la calma por parte de todos se podrá buscar una solución que ayude a
esas familias y a todo el barrio. La situación actual de esa familia (que ha
conseguido el alquiler de una vivienda con una estrategia no del todo plausible
desde un punto de vista ético, con la connivencia de una ONG que parece
desacreditarse a sí misma día tras día), ha generado una situación de absoluta
legalidad para este clan gitano.
Y…¿podemos actuar contra la ley? La respuesta es no y exige armarse con
grandes dosis de paciencia. Abetxuko está aparentemente tranquilo. Pero creo que subyace
el problema (si el consistorio municipal y los servicios sociales piensan que
el conflicto se ha olvidado, se equivocan)
y bastará tan sólo una leve chispa para volver a encenderlo".
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