Vlado Gotovac (escritor yugoslavo...es decir con sentimientos identitarios múltiples)


"NUNCA HE COMPRENDIDO A QUIENES DESEARÍAN QUE EL ARCO IRIS FUERA DE UN SÓLO COLOR. ÚNICAMENTE SU VARIADA GAMA CROMÁTICA LO HACE HERMOSO. ASÍ, TAN SÓLO DIVERSAS ETNIAS Y GRUPOS HUMANOS PUEDEN ENCERRAR TODA LA BELLEZA DEL MUNDO".
Vlado Gotovac. Escritor yugoslavo (...portador de identidades múltiples, no excluyentes, radicalmente opuesto a la limpieza étnica que configuró los actuales estados mono-étnicos en los Balcanes)
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lunes, 6 de abril de 2020

Elkartasun ekintza bat GOFUNDME una acción solidaria




Kaixo lagunok, guztiok une larri hauek kezka haundiz bizi gara; gaixoak, hildakoak, guztiok Covid-19 madarikatu honek jota suertatu baten bat ezagutzen dugu. Ematen du txarreena pasatzen ari dela, baina datozen hilabeteak ez dira batere errazak izango, betez ere gure gizartearen behartsuenentzako. Horregatik GOFUNDME ekintzari edozein laguntza ematea oso inportantea delakoan nago.
Anima zaitez hemen:  https://www.gofundme.com/f/tu-vacuna-de-solidaridad

¡Hola amigos/as!
Estamos  viviendo tiempos complicados. Todos tenemos o conocemos algún ingresado, fallecido o afectado por este maldito Covid-19; aunque lo peor de la pandemia parece que ya está pasando, se avecinan tiempos muy difíciles en lo económico y social. Todos nos veremos afectados por la recesión que se anuncia, fundamentalmente los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, los más necesitados de ayuda. Por eso precisamente, creo importante que apoyéis esta acción solidaria, en la que el Banco de Alimentos va a ser pieza fundamental, denominada GOFUNDME, tu vacuna solidaria, nuestra vacuna solidaria. 
Animate y aporta en este sitio:https://www.gofundme.com/f/tu-vacuna-de-solidaridad

jueves, 19 de diciembre de 2019

Artículos en El Correo año 2019ko urteko artikuloak El Correon

KAIXO LAGUNOK! HONA HEMEN 2019. URTEKO ENE AZKEN ARTIKULOAK!
QUERIDOS AMIGOS Y AMIGAS, DESDE AQUÍ PODRÉIS ACCEDER A MIS ÚLTIMOS ARTÍCULOS EN EL DIARIO EL CORREO

https://www.dropbox.com/s/x8y8gy3glzogs62/Agua_sucia_oasis.pdf?dl=0




"AGUA SUCIA EN EL OASIS VASCO"
Sobre el llamado "Caso de Miguel", o mejor dicho sobre la corrupción política en nuestro, hasta ahora, considerado "oasis vasco". Un tema complejo, polémico y que enfrenta posiciones diversas cuando se refieren a una sociedad, la nuestra, que parecía estar al margen de lo ocurrido con los casos del PP o del PSA. No parece que somos tan diferentes, pues el problema del poder y sus miserias no nos es ajeno. Sobre ello reflexiono en estas líneas. Sí ya se, pero... pero.... pero... pero... Decía mi abuelo que la pera sí, pero el pero no nos alimenta. De eso hablo, de esos "peros", en este último artículo. Supongo que gustará a unos y a otros no, escribo desde una convicción: no soy poseedor de ninguna verdad absoluta, pero si a todos/as interpela, si incito al pensamiento crítico, ya me doy por satisfecho.

  1. Presos y política penitenciaria 
  2. La revolución sénior
  3. Ongi etorri o derrota eguna
  4. Carpetazo a una legislatura enfangada 
  5. La corbata de papá 
  6. Un autobús en el Mediterráneo  
  7. Hijos de la apatridia 
  8. Inmigración, política y campaña electoral
  9. El relinchín
  10. Estructuras locales tontas o inteligentes
  11. Pedagogía para malos
  12. El lanzallamas
  13. La banalización del "peta"
  14. Vidas desperdiciades. La posmodernidad y sus parias
  15. Y la gota (de sangre) colmó el vaso
  16. Mediterráneo. El naufragio de Europa
  17. La patria abierta de la humanidad
  18. Nombrar lo innombrable
  19. Darles de alta
  20. Nuevo Estatuto. Ni panacea ni chapucilla 
  21. Agua sucia en el oasis vasco

lunes, 1 de julio de 2019

En defensa de Carola Rackete y de la humanidad


                                                                    Fotografía. El País
Conozco el tema, lo he vivido y compartido con las tripulaciones de Salvamento Marítimo, del Servicio Marítimo de Guardia Civil, con Cruz Roja, etc...y he visto una respuesta impecable por parte de las autoridades españolas. He comprobado en Marruecos, Mauritania y Senegal cómo actúan las mafias que trafican con seres humanos y sus crueles métodos. Se también que la alternativa a la migración irregular no pasa por vaciar de jóvenes África sino por ofrecer futuro a a esos jóvenes y por ende a esa África llena de riquezas y de posibilidades (¿por qué no se hace?). Pero, confrontados con la realidad, cuando te enfrentas a la situación de una patera o cayuco a punto de naufragar, la respuesta sólo puede ser una: ofrecer nuestra ayuda, por humaidad y porque formar parte de un estado de derecho así nos lo exige. Por eso mismo os invito a firmar esta petición de CEAR, que yo ya he firmado.

CEAR, que por cierto, este año cumple 40 años luchando por el respeto de los derechos de las personas refugiadas y migrantes, por detener la criminalización de la migración y de aquellas personas que, como Carola, salvan la vida de quienes huyen del peligro, de la persecución y de la muerte.  Salvar vidas nunca puede ser ilegal, lo ilegal es dejarles morir. 
 https://www.cear.es/sections-post/ilegal-es-dejarles-morir/

 

lunes, 25 de febrero de 2019

La corbata de papá. Un alegato contra el sectarismo

                                               LA CORBATA DE PAPÁ





Había sido invitado a presentar un ciclo de conciertos de música coral en el marco del Pórtico de la Luz de la Catedral de Santa María de Vitoria. Música excelente, pues el plantel de corales a intervenir era realmente sobresaliente, y un entorno fascinante, rodeados de arcos de piedra, claves, terceletes, bóvedas y figuras que nos observan desde el siglo XIV. La cita era importante para los círculos musicales de la ciudad, los organizadores me habían pedido que acudiera con traje negro y corbata en tonos oscuros, así que consciente de la importancia del evento musical y como antropólogo, convencido de que la “casulla” tiene su importancia en toda “liturgia”, así lo hice. Acepté la presentación y saqué del armario el único traje que tengo, ya con muchos años, pero que me sirve lo mismo para acudir a una boda, a una investidura universitaria o a cualquier acto que requiera esa rigurosa prenda. El tema de la elección de corbata no fue difícil. Mi padre, le recuerdo emocionado, había fallecido unos meses antes y había heredado de él una numerosa colección de “chalinas”. Así que portar la corbata escogida para aquel acontecimiento se convertía también, de una u otra forma, en un pequeño homenaje a mi progenitor.
Me dirigía presuroso hacia la catedral y mientras repasaba mentalmente los coros participantes, sus respectivos directores o directoras, una breve semblanza de estos y el repertorio elegido, escuche los gritos. “¡Puto capitalista de mierda! ¡Todos los banqueros sois iguales, unos chupópteros! Corre corre, ¡ojalá te pises la corbata y te des una hostia!” Me volví, boquiabierto, y comprobé que los jóvenes, sentados muy cerca de un conocido local ocupado desde hace muchos años, se dirigían a mí. Me acerqué (¡y es que uno no espabila!) e intenté comentarles que yo no era banquero, ni capitalista, ni adinerado, ni… que tan sólo era un humilde profesor y que si iba así vestido era porque acudía a un concierto. La verdad es que no pude terminar mi argumentación, era a todas luces inútil. En primer lugar, porque los jóvenes en cuestión no deseaban escucharla, ya me habían catalogado, por mi forma de vestir, como perteneciente a una determinada tribu urbana: los pijos, y la misma, al parecer, estaba en guerra con la suya. En segundo lugar, porque sus prejuicios no les permitían abrirse al otro, al diferente, a sus condiciones y condicionantes, a su forma de ser, de existir y de manifestarse. ¡Anatema! En tercer lugar, porque el “porro” que estaban liando, al parecer les estaba planteando serias dificultades de confección, tanto estructurales como de firmeza.
Salí de allí, digamos que, con celeridad, y enfilé la decena de metros que quedaban hasta el lugar del referido concierto pensando en la concepción que tenían esos chicos de aquel que no perteneciera a su grupo, a su clan. Su argumentario, en su autoimagen seguramente progresista, era profundamente reaccionario, pues no difería en nada del mantenido durante siglos por esa concepción puritana o burguesa que despreciaba a quien no vestía según sus parámetros. Aquellos muchachos, fruto en definitiva de lo que, lamentablemente, nos transmiten a diario ciertos políticos y telepredicadores en un país tan cainita como España, construían la alteridad proyectándola, no como una posibilidad de complementariedad, sino como algo a combatir. Es el discurso fácil, binario, que no conoce matices. Todo es blanco o negro. O eres de los míos o no mereces sino desprecio. O estás conmigo o contra mí.
Poco importa que Friedrich Engels, Vladimir Lenin, León Trotsky, Juan Negrín, Manuel Azaña, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Salvador Allende, Santiago Carrillo, Gaspar Llamazares o Pablo Iglesias hayan llevado o lleven corbata. Si los mentideros del grupo, hoy en día azuzados a través de las redes sociales, acuñan un eslogan, el grupo, dócil y sin un ápice de espíritu crítico, abraza ese discurso cual si de un dogma de fe se tratara: corbata igual a neoliberal. Y así le va a este país, en el que remar juntos en busca de un bien común se está convirtiendo en una utopía. Una quimera de la que nos aleja un odio binario e irreconciliable: izquierda o derecha, fachas o rojos, progresistas o conservadores, centralistas o independentistas, machistas o feministas, del Madrid o del Barsa, de ABC o de El País, señorito o “perroflauta”, de taxi o de Cabify, pro “relator” o anti “relator”, de bandera bicolor o de bandera tricolor, machistas y feminazis… Nuestra sociedad mediática y postmoderna, salvo algunas mentes lúcidas a las que pocos otorgan el crédito que merecen, está educando a las nuevas generaciones en un lenguaje “guerracivilista” que anima al combate en vez de al acercamiento y la proactividad. Una sociedad que está siendo fertilizada a diario por “mamporreros” del enfrentamiento y el desprecio, en definitiva, una sociedad del odio. Decía Confucio que “si odias a una persona, entonces te ha derrotado”; pues bien, creo que estamos alimentando una hueste de derrotados que sólo pueden llevarnos a la derrota colectiva.
Como buen resiliente, intento sacar conclusiones positivas de toda experiencia. De ésta, también lo haré. La primera, evitaré pasar por ciertos rincones en cuanto mi pituitaria detecte un cierto olor a “costo”. La segunda, voy a intensificar la utilización de la corbata… ¡Por la gloria de mi padre!

Jesús Prieto Mendaza (hoy... encorbatado)

sábado, 9 de febrero de 2019

No a los discursos incendiarios ¿Puedo pedir un poco de cordura señores y señoras?





 












    La verdad es que vivimos tiempos convulsos en la política de este país. Tiempos que no me gustan, y no me gustan porque todavía recuerdo historias de mis abuelos, contadas con caras de miedo y tristeza, sobre la situación de España hace muchos años. Tiempos que no me gustan porque recuerdo lo que me contaba Alexandra, y el intérprete de serbio-croata que le acompañaba cuando vino con un grupo de refugiadas bosnias hasta aquí. Tiempos que no me gustan porque recuerdo cómo se comenzó en mi tierra a insultar al diferente hace casi cincuenta años y cómo luego se asesinó a casi novecientos de ellos/as. No, no me gusta lo que estoy viendo y viviendo. Ciertamente no seré yo quien defienda la deriva que ha llevado el procés catalán. No seré yo quien defienda los argumentos populistas del nacionalismo esencialista que nos empuja a sumergirnos en sentimientos calientes y en identidades únicas, envueltas en una bandera, confrontadas contra otras identidades y anulando así las posibilidades de ser múltiple y plural. No, no seré yo quien les defienda. Pero, quizás por ello, no puedo asumir que la única forma de contrarrestar todo lo mencionado anteriormente sea la de utilizar sus mismas estrategias. No puedo comprender que la única forma de luchar contra los argumentos del nacionalismo (su simbología, su nativismo histórico, su etnicismo, su homogeneidad identitaria, su himno, su bandera, su...) sea la de utilizar otro nacionalismo (con su correspondiente simbología, su nativismo histórico, su etnicismo, su homogeneidad identitaria, su himno, su bandera, su...). No. No puedo comprenderlo.
    Estamos generando militantes del odio en vez de ciudadanos. Personas que son fruto de un discurso fanático, fruto, en definitiva, de lo que, lamentablemente, nos transmiten a diario ciertos políticos y telepredicadores en un país tan cainita como España. Vecinos y amigos nuestros que construyen la alteridad proyectándola, no como una posibilidad de complementariedad, sino como algo a combatir. Es el discurso fácil, binario, que no conoce matices. Todo es blanco o negro. O eres de los míos o no mereces sino desprecio, una paliza o la muerte. O estás conmigo o contra mí. Si los mentideros del grupo, hoy en día azuzados a través de las redes sociales, acuñan un eslogan, el grupo, dócil y sin un ápice de espíritu crítico, abraza ese discurso cual si de un dogma de fe se tratara y comienza a insultar al discrepante. Todo vale con tal de ridiculizar, humillar, destruir... Y así le va a este país (con gravísimos problemas cuya resolución necesita, entre otras muchas cosas, juntarnos y cooperar en el que remar juntos en busca de un bien común se está convirtiendo en una utopía. Una quimera de la que nos aleja un odio binario e irreconciliable: izquierda o derecha, fachas o rojos, progresistas o conservadores, centralistas o independentistas, machistas o feministas, del Madrid o del Barsa, de ABC o de El País, señorito o “perroflauta”, de taxi o de Cabify, pro “relator” o anti “relator”, de bandera bicolor o de bandera tricolor, de ikurriña o de española, … Nuestra sociedad mediática y postmoderna, salvo algunas mentes lúcidas a las que pocos otorgan el crédito que merecen, está educando a las nuevas generaciones en un lenguaje “guerracivilista” que anima al combate en vez de al acercamiento y la proactividad. Una sociedad que está siendo fertilizada a diario por “mamporreros” del enfrentamiento y el desprecio, en definitiva, una sociedad del odio. Decía Confucio que “si odias a una persona, entonces te ha derrotado”; pues bien, creo que estamos alimentando una hueste de derrotados que sólo pueden llevarnos a la derrota colectiva.
      Me van a perdonar ustedes si yo me niego a participar de tamaño disparate. Quiero creer que todavía existen personas en el país que conviven, se juntan, se enamoran, trabajan y se aprecian por encima de ideologías, identidades o militancias. Quiero creer que este país puede buscar acomodo a todas las posibilidades de ser y de sentir, como lo ha hecho durante varias décadas y que tan sólo así conseguiremos dejar a nuestros hijos una sociedad mejor. Esa España es en la que creo, esa Euskadi es en la que creo, esa Cataluña es en la que creo, esa (pongan ustedes el nombre que más deseen), esa Europa es en la que creo y para conseguirla no es necesario estar envolviéndose en banderas todo el día. Dejemos las banderas para las fiestas, para las instituciones, para los cuarteles, para las embajadas, para sentirlas o respetarlas pero jamás para utilizarlas como armas simbólicas contra otros. Si al cariño por mi tierra vasca, española y europea. Sin duda alguna. Pero sin esencialismos ni exageraciones. ¡Que no!!! ¡Que me niego a participar de ningún nacionalismo!!!

¿Me he explicado claramente?