Urte asko, mordo bat, eman dut gure lurrean aritu diren ideologia ezberdinetako indarkerieen biktimen memoria kontuan hartzeko gure hezkuntza sisteman. Bere garaian Gesto por la Paz elkartean, gero Bakeazen, Deustuko Unibertsitateko CEA barruan, Berritzegunean (Hezkuntza Departamentuan) eta Gasteizko CMVT izenekoan. Horregatik hain garrantzitsua, eta tristea, iruditzen zait Ricardo Arana lagunak artikulu honetan idazten duena. Ze pena!
Han sido muchos años, me atrevería a decir que media vida, los que he dedicado a trabajar, desde distintas iniciativas, por recuperar la memoria de las víctimas de distintos terrorismos (desde el GAL o el de extrema derecha, sin olvidar la terrible magnitud del generado por ETA) como herramienta educativa. Lo hice desde los tiempos de Gesto por la Paz; lo he hecho con los materiales y unidades didácticas editadas por Bakeaz (e impulsadas por el maestro Xabier Etxeberria Mauleon); lo he hecho desde mi trabajo en un Berritzegune (Departamento de Educación de G-V) poniendo en marcha las primeras experiencias con "víctimas educadoras"; lo hago todavía vinculado al Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto, con un importante volumen de publicación y sin olvidar las unidades Didacticas de mi autoría confeccionadas para el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. Siempre he pensado que esa narrativa, bien presencial o delegada en materiales diversos (Libros o Unidades Didácticas, películas, novelas, teatro, etc...) era importante para conocer nuestro triste pasado, para poder empatizar con el sufrimiento de las víctimas (primera de las reparaciones que como dice el profesor Reyes Mate, les debemos), para deslegitimar así la violencia como herramienta de acción política (precisamente en tiempos, en los que ideologías varias, aparentemente opuestas y con distintos colores en sus banderas, pero tan cercanas en lo sustacial, parecen banalizar su poder destructor) y poder construir ciudadanía reconstructora de heridas y sanadora en términos de reconciliación social. Qué tristeza me produce observar que hoy, en 2025, todavía nos negamos a nosotros mismos y a las nuevas generaciones ese proceso educativo, que triste pensar que por nuestra apatía el futuro pudiera volver a ser oscuro, que triste constatar que se hace necesario leer este artículo, y denuncia, de mi querido amigo Ricardo Arana. ¡Qué triste!

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