Reflexiones sobre nuestras fiestas publicadas en el diario El Mundo, hoy 4-8-2015
Las fiestas de Vitoria-Gasteiz. Desde
la mirada de un blusa.
San
Fermín es mundialmente conocido, pero no es tarea fácil explicar, a quien no es
vitoriano, en qué consisten nuestras fiestas en honor de la Virgen Blanca.
Quizás cuando un cuatro de agosto de 1957 se bajó por primera vez a aquel
muñeco, llamado entonces Pepito y que
hoy todos conocemos y adoramos como Celedón,
los organizadores estaban ayudando a nacer al mito por antonomasia de nuestro
tiempo festivo. Y es que este personaje, representado en la actualidad por
Gorka Ortíz de Urbina, es el símbolo viviente de la fiesta. En Vitoria, durante
el tiempo festivo, el concepto de cuadrilla
tiene un especial enfoque ya que la fiesta misma se articula en torno a las
Cuadrillas de Blusas y Neskas. No es lo mismo vivir la fiesta dentro de una
cuadrilla que fuera. Blusas y neskas se convierten en actores y animadores de
la fiesta y la ciudad acude a ver a esos jóvenes (y maduros, como es mi caso) esperando
que se comporten como lo que son: unos “gamberretes”, díscolos y simpáticos que
animan con sus chanzas y con su música las calles de la ciudad. El espíritu del
blusa, que en definitiva es el mismo que la leyenda adjudica a aquel aldeano de
Zalduendo llamado Celedonio Alzola, se basa en ser juerguista, amante del vino
de rioja alavesa, aficionado a la merienda en la plaza de toros (aunque en la
actualidad la feria taurina esté sumida en una profunda crisis), bailón,
dicharachero con las chicas (nunca grosero) y un tanto gamberro en sus atavíos
y complementos en el llamado “paseíllo”
(la ida y venida a los toros) que se convierte así en escaparate público para
los miles de vitorianos y vitorianas que se agolpan para reír con sus desvaríos
en las aceras de las calles más céntricas, como es el caso de la calle Dato.
Si tuviéramos que identificar algún elemento distintivo de las fiestas de
Vitoria-Gasteiz, yo mencionaría uno: la
participación popular en la fiesta. Los vitorianos y vitorianas nos
sentimos orgullosos de este hecho, lo tenemos a gala y honor. La participación popular es el elemento central de nuestro tiempo de exceso
y jolgorio. Somos, los ciudadanos, actores de nuestras fiestas, agentes activos
bailando en la calle y participando de la alegría de las cuadrillas de blusas.
A diferencia de otras ciudades, la programación festiva institucional tiene un
espacio reducido en comparación con la ocupación espontánea de la calle.
No hay grandes espectáculos pirotécnicos, no hay sesiones de ópera, no tenemos
desfiles de samba, ni encierros vespertinos, ni semanas taurinas de renombre
mundial y sin embargo nuestras fiestas enamoran a todo aquel que las conoce. Y
enganchan precisamente por ese disfrute en la calle que ya hemos mencionado. Un
tiempo en el que las desgracias pasadas durante el año, las desavenencias
políticas (a pesar del empeño de algunos), los problemas del tiempo rutinario o
de trabajo se abandonan para fundirnos todos, en alegría y hermandad, en un
solo deseo: vivir como ciudad y disfrutar a tope (mucho más dentro de una
cuadrilla de blusas y neskas) de estos días, hasta que el día 9 Celedón se
despida de todos para subir de nuevo a la torre de la iglesia de San Miguel. Acérquense
hasta Vitoria-Gasteiz, disfruten de nuestro ambiente y canten con nosotros: “Celedón,
Celedón, Celedón. Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón con ventana y balcón”.
Jesús Prieto
Mendaza.
Antropólogo
y profesor
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