No creo, como ha afirmado el presidente del Atlético de Madrid, que esto haya sido un lamentable accidente. No. Historias como la del asesinato de Aitor Zabaleta a manos de los fascistas de Bastión- Frente Atlético- se repiten de nuevo. Tristemente la presencia de grupos de descerebrados en los campos de deportes no es nueva. Normalmente jóvenes arengados por personas, como el ultra asesinado hoy, que ya son adultos (en este caso que pasan de los cuarenta años) y cobijados bajo banderas o sentimientos identitarios estúpidamente sacralizados por políticos imprudentes y por Clubs que no miran sino sus victorias o sus bolsillos. Así, su odio al contrario, sus cantos ofensivos, sus insultos, sus coacciones... se hacen presentes en partidos y desplazamientos, obligando a las fuerzas de seguridad a desplegar dispositivos carísimos que debemos pagar todos los ciudadanos con nuestros impuestos. No señor Cerezo, esto no ha sido un accidente. Ésto tiene otro nombre y también otros responsables, entre los que nosotros, como ciudadanos, no podemos eludir nuestra parte de culpa por ser, tantas veces, comprensivos o tibios con el odio y violencia de "esos jovenzuelos que dan color a las gradas". Hoy mismo, en mi ciudad, la Peña Alavesista Iraultza se solidariza con "los amigos de Riazor Blues"; como si estos, implicados en el asesinato de un joven de 32 años en 2003, fueran unos "jóvenes alegres que animan a su equipo". ¡Lamentable! Os recomiendo mi artículo en El Correo, "Ultras y fútbol: la violencia tolerada". Podéis acceder a través del vínculo a artículos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario