Eztabaidan, Klaudio Landak gidatzen duen saioan aritu nintzen atzo, oso gustora, Iñaki Galdosekin eta Onintza Enbeitarekin . Gaia konplikatua eta eztabaidatzeko gordina. Alde batetik hostalariek pairatzen duen egoera ekonomikoa entzun genuen beste aldetik osasun sisteman aritzen direnek sufritzen duten ez ohiko egoera harrigarria (famili tragediak, heriotzak, patzienteen bakardadea, sufrimendua, estresa, afekzio psikologikoak...) kontatu ziguten. Horri buruz aritu nintzen atzo Miramonengo estudioetan.
Ayer tocó analizar, junto a Iñaki Galdos y Onintza Enbeita (siempre un placer estar con ellos) la sorpresiba situación que se ha planteado después de la resolución del TSJPV, del que el Juez Garrido Bengoetxea ha sido el elemento más mediático. No fue fácil construir un discurso coherente después de escuchar a los responsables hosteleros y conocer su crítica situación económica, por un lado, y por otro conocer la opinión de quienes trabajan en el ámbito sanitario. Es cierto que en nuestro entorno cultural, tanto en el vasco como en el general de España, nuestras formas de socialización nos empujan a considerar al sector hostelero cómo algo muy querido. Yo, desde luego, así lo creo y soy de los que han encontrado siempre en muchos/as profesionales del sector (para mi es un lujo conocer a tantos y tantas "taberneros") no sólo a profesionales de la hostelería, sino también a amigos, confidentes, psicólogos, confesores, padres y madres. Valoro el sector y valoro la vida y las relaciones que a su alrededor he construido a lo largo de mi vida. Por otro lado, hay dos hechos que me han marcado profundamente a la hora de analizar este tema: El primero se refiere a mi relación docente de varios años con la Escuela Universitaria de Enfermería de Álava. Relación (hace muy pocos días estuve allí hablando con su directora y acordando una de mis intervenciones este curso) profesional y afectiva que me ha ligado a muchos exalumnos y exalumnas, actualmente ejerciendo la profesión, y de los cuales he escuchado relatos desgarradores y a los que he visto destrozados física y emocionalmente por tantos meses ya de convivencia con la crudeza de la enfermedad, con el dolor de las familias, con la soledad de los pacientes y con el confrontamiento diario con la muerte. El segundo resulta de la experiencia reciente de haber pasado la enfermedad (toda mi familia, uno detrás de otro) y haber comprobado en carne propia la facilidad con la que nos hemos contagiado, a pesar de haber sido siempre prudentes y escrupulosos con respecto al mantenimiento de las debidas medidas.
Sí creo que necesitamos alguna válvula de escape, más cuando atravesamos por una situación tan profundamente traumática, pero ello no puede llevarnos de forma absolutamente suicida a olvidarnos de la peligrosa situación en la que nos encontramos, fundamentalmente quienes estamos en municipios en zona roja. Alemania va a continuar con las restricciones hasta el 15 de marzo y busca bajar de los 50 contagios por cada 100.000 habitantes. Aquí no me parece prudente relajar nuestras medidas cuando en este país todavía estamos en cifras de casi 700 por 100.000 habitantes y de más de 700 fallecidos diarios. Sí creo que la hostelería, en general, lo ha hecho bien, muy bien; realmente la irresponsabilidad y el peligro han venido de la mano de ciertos sectores de entre los clientes. Así, pienso que se podría consumir en terrazas (sentados, sin fumar y con mascarilla), pero, como afirman la gran mayoria de los expertos médicos, consumir sentados en interiores que no estén constantemente ventilados es exponerse a un gran riesgo, por lo tanto intuyo que debiera ser más seguro que estuvieran cerrados los interiores.
Ciertamente, no cabe la menor duda, el LABI ha cometido ciertos errores de cálculo al arbitrar las medidas de cierre, pero creo que también existen otras responsabilidades pues a situación de indefinición jurídica creada con el último estado de alarma, la supuesta cogobernanza (en realidad significa que cada uno lo gestiones a su manera) y la falta de directrices coordinadas por parte del ministerio , no nos está llevando sino a que la ciudadanía se encuentre muy despistada con respecto a las normas que deben cumplir en una u otra autonomia. Finalmente, las "ocurrencias" que ha manifestado el conocido juez Garrido, tampoco contribuyen a dejar muy bien parado a este representante del poder judicial. Respeto a las decisiones judiciales, sí, pero exigencia a los políticos que deben de gestionar una de las situaciones más difíciles a las que se ha enfrentado esta sociedad, también. En medio: la hostelería, más cuando nuestro comportamiento en el próximo fin de semana de Carnaval está por ver.
No estaría de más recordar que el 11 M supuso para todos un hecho traumático, murieron 198 personas; el terrorismo de ETA, GAL, etc...dejó en todo el país casi 1.000 muertos y afectó cruelmente a nuestro tejido social. Pues bien todo ello puede ser multiplicado de forma exponencial pues, según los datos oficiales (sospecho que serán más) en España han muerto ya por el Covid 19 más de 63.500 personas. ¡Terrible! Merece la pena pensar en ello.
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