Dibujo: Felip Ariza El Correo
Hace tan sólo unos días, en una estancia en Málaga, en concreto disfrutando de las impresionantes vistas de la Alcazaba, el puerto y la Malagueta que brinda el ático - terraza del Hotel Málaga Palace, veía yo el Rincón de la Victoria y pensé: caramba ahí está la casa de Manuel Alcántara y al lado el bar al que acostumbra a bajar. Y es que debo reconocer que su pluma ágil, afilada, jugetona con las palabras y con el análisis de la realidad socio-política de España, me tenía atrapado desde sus inicios. Han sido muchos años en los que su columna, en la última página de El Correo, era para mí una referencia obligada y, quizás, un modelo fértil para mis propios artículos compartiendo páginas en el mismo periódico que él, a veces en los mismos diarios de tirada nacional del Grupo Vocento. El Correo le dedica hoy, con un esfuerzo editorial titánico que demuestra la importancia de su recorrido y valía, un emocionante homenaje. Será muy difícil encontrar sustituto para un alquimista del lenguaje como Manuel Alcántara, su grandeza fue tal que el listón está situado muy alto, aun así espero que su vacío sea pronto ocupado por alguno de sus muy dignos discípulos, que, a buen seguro los hay. En la Edición de El Correo Álava, escribe desde hace tiempo un magnífico periodista y amigo, siempre crítico y por lo tanto de un valor incalculable, me refiero a Ángel Resa Salinas. Hace ya mucho tiempo que observo en él esa pluma inteligente, mordaz, a veces necesariamente caústica que me recuerda, y mucho, la trayectoria del maestro Manuel Alcántara. Quien sabe....
Descanse Manuel, descanse su vieja "Olivetti", descanse en la paz que tanto merece y por la que sentía tanta preocupación en los últimos tiempos; y es que el lodazal en que se ha convertido la política española no podía sino sumir en la tristeza a un hombre de su experiencia, esa que, precisamente, desdeñan ahora jóvenes políticos de todos los colores que no conocieron ni vivieron horrores pasados, y por lo tanto poco parece importarles repetirlos. Quizás Manuel, el y sus circunstancias en el sentido más orteguiano, no han podido aguantar más la crispación y los disparates sin fin en que se ha convertido esta campaña electoral... quizás no ha podido esperar al 28 de abril.
En las páginas de El Correo se recoje hoy una de sus poesías. En ella le imagino, pensativo, mirando desde la terraza ese Mediterráneo fenicio e infinito que le inspiraba.
«No pensar nunca en la muerte/y dejar irse las tardes/mirando como atardece.
Ver la mar enfrente/ y no estar triste por nada/ mientras el sol se arrepiente.
Y morirme de repente/ el día menos pensado./ Ese en el que pienso siempre».
Coincido completamente contigo Jesús. Yo también era un seguidor de Manuel Alcántara. DEP
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