Vlado Gotovac (escritor yugoslavo...es decir con sentimientos identitarios múltiples)


"NUNCA HE COMPRENDIDO A QUIENES DESEARÍAN QUE EL ARCO IRIS FUERA DE UN SÓLO COLOR. ÚNICAMENTE SU VARIADA GAMA CROMÁTICA LO HACE HERMOSO. ASÍ, TAN SÓLO DIVERSAS ETNIAS Y GRUPOS HUMANOS PUEDEN ENCERRAR TODA LA BELLEZA DEL MUNDO".
Vlado Gotovac. Escritor yugoslavo (...portador de identidades múltiples, no excluyentes, radicalmente opuesto a la limpieza étnica que configuró los actuales estados mono-étnicos en los Balcanes)

domingo, 14 de junio de 2015

VITORIA. LA CRISPACIÓN HA MUERTO. ¡LARGA VIDA A LA CRISPACIÓN!



Acostumbra a decirme un compañero de trabajo que intento llevarme bien con todo el mundo y que a fuerza de considerar a todos como amigos, llegaré a quedarme sin ninguno. Puede que tenga razón, pero por mi edad, mi falta de filiación partidista  y teniendo en cuenta que nada soy y a nada aspiro, puedo permitirme ciertas licencias, con las que no se atreven quienes dependen del poder y tanto miedo tienen a perder puestos, contactos o prebendas. Vamos, que parafraseando a uno de los pocos librepensadores que quedan en esta ciudad, mi querido Ernesto Santaolalla, podría decir aquello de: ¡Para lo que me queda en el convento, me cago dentro! ¡Vamos a ello!

Lo acontecido el sábado en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz tiene múltiples lecturas y no todas me resultan positivas. El discurso del ya ex-alcalde de nuestra ciudad, Javier Maroto Aranzabal, me pareció un exceso condenable desde el principio; tanto es así que lo denuncié en estas mismas páginas en un artículo titulado “El peligroso discurso de la generalización” (18-7-2014). Ya entonces pedí una rectificación al alcalde, que no llegó, y anuncié para el Partido Popular, a pesar del posible éxito electoral, un futuro lleno de dificultades a largo plazo. No siento especial placer al observar que mi tesis, como ha quedado  demostrado, era acertada.


Por trayectoria profesional y por compromiso personal, abracé las iniciativas de la Plataforma Gora Gasteiz desde su inicio. Siempre se me dijo que el único objetivo de la misma era luchar por la pluralidad y la diversidad de nuestra ciudad, denunciando así mismo el discurso xenófobo que entre la ciudadanía se estaba extendiendo peligrosamente. Me encontraba cómodo entre tantos amigos y colegas de distintas asociaciones y grupos con los que colaboraba activamente. Siendo eso cierto, observaba con preocupación algunos compañeros de viaje que me acompañaron en aquella manifestación festiva del día 18 de mayo. La presencia de caras conocidas de un universo ideológico que nunca ha creído en la diversidad y pluralidad de la sociedad vasca, combatiéndola hasta la exterminación física del diferente, me hizo sentirme incómodo. Durante décadas he asistido a la fagocitación, por parte del mundo autodenominado abertzale de todo movimiento social surgido en este país, y en ese momento tuve la impresión de que se pretendía hacer lo mismo con la lucha no racista. Así lo expresé en la columna titulada “Gora Gasteiz. El triunfo de la unión en la diversidad” (21-4-2915).


Este temor fue cobrando cuerpo cuando se me pidió apoyos para el conocido ya como “Frente anti-Maroto”. Este paso me pareció peligroso para Gora Gasteiz, pues se trataba de saltar del discurso reivindicativo de una “ciudad diversa y llena de colores” al terreno de la lucha partidista, cuestión esta que no me agradaba a tenor, de nuevo, de las enormes incoherencias que observaba en los actores de este posible puzzle político. Actuando en consecuencia y tratado como un traidor por algunos de estos grupos (¡bonito ejemplo de respeto a la diversidad!), publique el artículo titulado “Frente anti-Maroto. Entre la legitimidad y la conveniencia” (5-4-2015).


Los acontecimientos se han precipitado y los insultos y enfrentamientos ocurridos en la Plaza de España durante el pleno de investidura de Gorka Urtaran no han ayudado a minimizar mis temores, al contrario los han agudizado. Quienes gritaban en los soportales de nuestro excelentísimo Ayuntamiento eran personas  con consignas más propias del cruel pasado de  ese sector ideológico (profundamente etnocentrista y totalitario) al que he aludido, y que utilizando las palabras de Henry Levy podríamos definir como fascismo vasco, o de los hinchas radicales de uno de nuestros equipos de fútbol. Si es así, triste final para ese objetivo que pretendía hacer apología de la tolerancia. La imagen de  Peio López de Munain, visiblemente afectado, bien podría resumir todo lo acontecido en esta polémica investidura. Si bien yo he participado en esa plataforma ciudadana convencido de que mi aportación contribuía a combatir la crispación instalada en la ciudad, tengo la sensación de haber logrado el efecto contrario. Sinceramente, después de lo ocurrido el sábado ya no sé qué pensar, ya no sé  junto a quien caminar, ya no sé qué causa abrazar. Me siento utilizado y manipulado. Visto lo conseguido, bien se podría exclamar aquello de: La crispación ha muerto. ¡Larga vida a la crispación!


Tengo in mente la recomendación inicial de mi compañero de trabajo, aun así finalizo con una famosa frase de Martin Luther King. “La cobardía  hace la pregunta: ¿es seguro? La conveniencia hace la pregunta ¿es popular? Pero la conciencia hace la pregunta: ¿es correcto? Y llega el momento en que uno debe tomar una posición que no es segura, ni política, ni popular. Pero uno debe tomarla porque es la correcta”.


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